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Ø Náusea y vómito los más frecuentes; afectan severamente la calidad de vida.
Si bien hay notables avances en el tratamiento del cáncer, un aspecto fundamental es el control de los efectos adversos como náusea y vómito, causados por la cada vez mayor aplicación de quimioterapia progresiva, ya sea en ciclos intermitentes o continuos.
Y es que de acuerdo con los especialistas, se debe considerar que algunos de los nuevos agentes quimioterapéuticos son más agresivos, junto con la tendencia oncológica moderna de adicionar al tratamiento quirúrgico, radioterapia y quimioterapia adyuvante cada vez en etapas más tempranas, lo cual incrementa el riesgo emetogénico, es decir, de náusea y vómito.
Ante ello, las investigaciones también se han dirigido a tratar los efectos indeseables referidos porque además de ser de los más frecuentes, resultan sumamente debilitantes, aunado a la afectación en la calidad de vida de los pacientes, algunos de los cuales abandonan el tratamiento por esta causa.
Dentro del arsenal terapéutico para tratar los efectos adversos referidos está el clorhidrato de palonosetrón (Onicit), que es parte de una nueva generación de fármacos llamados antagonistas a receptores 5-HT3, que brinda fuerte y prolongada prevención de náusea y vómito agudo y tardío.
El fármaco (del laboratorio Schering-Plough) cubre la necesidad de una nueva terapia eficaz con duración prolongada por 5 días para las náuseas y vómitos inmediatos y/o tardíos en quimioterapia, con una sola aplicación e incluso al administrarlo 30 minutos antes de la quimioterapia, se obtiene el nivel más alto de protección del paciente contra náusea y vómito inmediatos y tardíos.
Otro de los beneficios es el referente al apego al tratamiento, aspecto sumamente importante porque el fármaco también favorece dicho propósito, toda vez que se administra sólo en el primer día y no requiere dosis de seguimiento del inhibidor 5-HT3. El control efectivo y duradero del vómito y la náusea inducidos por agentes citotóxicos es un aspecto importante del tratamiento antineoplásico que por su intensidad, frecuentemente limitan la utilización de agentes efectivos, pero muy emetizantes.
La náusea y el vómito son de los efectos secundarios que más inquietan a un paciente con cáncer y su incidencia podría estar subestimada por médicos y enfermeras, ante lo cual su prevención es vital en el manejo de los pacientes oncológicos porque pueden dar lugar a trastornos serios y graves que modificarían el curso de la enfermedad, o la vida del paciente mismo.
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