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Seguramente alguien dirá que esto no es nada nuevo porque todos conocemos los problemas por los que diariamente pasan y padecen los usuarios de los hospitales públicos, sin embargo es importante que las autoridades entiendan la diferencias entre un servicio de deficiencias producidas principalmente por una total falta de buenas actitudes del personal, la carencia de recursos económicos y una infraestructura verdadera encaminada a lograr la calidad en los servicios aprovechando los recursos escasos y disponibles.
Hay un común denominador que se da en todos los nosocomios y es la falta de una buena actitud por parte del personal de todos los niveles administrativos “principalmente”, porque por ejemplo es común que haya empleados de mandos medios (jefes y subdirectores) lleguen a su trabajo con sus hijos y la mochila, donde checan su tarjeta de entrada a su trabajo y tranquilamente se van a dejar a sus hijos a la escuela y/o a desayunar. Sin duda algo muy triste, porque simple y sencillamente no tendrán la calidad moral para llamarle la atención s sus subordinados.
La falta de responsabilidad en su trabajo para cumplir cabalmente con su función de bienestar social (dar atención médica de excelencia) es muy triste también, porque los médicos especialistas titulares de los hospitales públicos dejan casi “y en la mayoría de los casos”, el total de la responsabilidad a los médicos residentes, quienes de alguna forma están haciendo una especialidad, pero aprendiendo con enfermos que están atendiendo. La maraña burocrática para la atención de un especialista, análisis clínicos, rayos “x”, ultrasonidos, etcétera tarda meses y meses de tal forma que intrínsecamente dejan al paciente en una paradoja donde únicamente tendrá dos opciones para decidir su destino de salud; El tratarse médicamente con sus propios recursos económicos como sucede la mayoría de los casos cuando se trata de consulta externa ó “encomendarse al divino señor” y esperar a que su salud no merme tanto y tratarse extemporáneamente ya con un avanzado proceso de su enfermedad.
Uno de mis lectores me escribió y me informo lo siguiente; Acudí con un familiar a un hospital del ISSSTE del sur de las ciudad, donde en los pasillos estaban haciendo una encuesta sobre la calidad de los servicios médicos, la cual tenia como objetivo “mejorar la calidad de vida del trabajador y del paciente”, inclusive tiene en la entrada la leyenda “estamos certificados con la norma de calidad ISO 9000” y en los pasillos de la planta baja también aparecen muchas leyendas donde se dice que la calidad para la atención al paciente es la prioridad de la institución, sin embargo la realidad es muy distinta.
Existen instituciones privadas para la Asistencia Publica como los Hospitales de la Luz, (especializados en problemas de la vista, oftalmológicos) donde la cantidad de pacientes que se atienden es igual o mayor a la de los hospitales del S.S.A., I.M.S.S. e I.S.S.S.T.E. y la atención que dan es buena y casi excelente. De acuerdo a las investigaciones que realice entre algunos empleados y pacientes concluí conjuntamente con los entrevistados que, “el secreto es simplemente la actitud, responsabilidad y el cariño para trabajar en lo que quisieron hacer en la vida como profesión”, porque se habla mucho de la norma de calidad ISO 9000 y ver dependencias certificadas con esta norma, pero reitero, la verdadera calidad y excelencia para otorgar un servicio tan delicado como lo es la salud y la medicina familiar es una buena actitud, la buena actitud que tenga y asuma el personal (médico y administrativo) para hacer cada día mejor su labor encomendada.
Es importante que las autoridades federales y locales del país del Sector Salud, recapaciten y entiendan que cuando la salud de la población y de los pacientes se va demeritando por un servicio médico deficiente, no solo trae consecuencias graves a la persona y la familia, sino también un grave desequilibrio en la cadena de la estructura social, económica y laboral del país.
Sin duda existen y se darán situaciones multifactoriales que ramificarán problemas múltiples para cumplir con su trabajo tales como una dotación de medicinas de baja calidad y un deficiente aprovisionamiento de recursos indispensables para la atención médica, pero la convicción, el espíritu y la actitud para mostrar la bondad al ser humano o paciente, sólo será aprendida sembrando una cultura laboral de principios y valores, olvidándose del pretexto de la falta de recursos económicos.
Carlos Munguia Rodríguez
pluma_dorada1@hotmail.com
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Seguramente alguien dirá que esto no es nada nuevo porque todos conocemos los problemas por los que diariamente pasan y padecen los usuarios de los hospitales públicos, sin embargo es importante que las autoridades entiendan la diferencias entre un servicio de deficiencias producidas principalmente por una total falta de buenas actitudes del personal, la carencia de recursos económicos y una infraestructura verdadera encaminada a lograr la calidad en los servicios aprovechando los recursos escasos y disponibles.
Hay un común denominador que se da en todos los nosocomios y es la falta de una buena actitud por parte del personal de todos los niveles administrativos “principalmente”, porque por ejemplo es común que haya empleados de mandos medios (jefes y subdirectores) lleguen a su trabajo con sus hijos y la mochila, donde checan su tarjeta de entrada a su trabajo y tranquilamente se van a dejar a sus hijos a la escuela y/o a desayunar. Sin duda algo muy triste, porque simple y sencillamente no tendrán la calidad moral para llamarle la atención s sus subordinados.
La falta de responsabilidad en su trabajo para cumplir cabalmente con su función de bienestar social (dar atención médica de excelencia) es muy triste también, porque los médicos especialistas titulares de los hospitales públicos dejan casi “y en la mayoría de los casos”, el total de la responsabilidad a los médicos residentes, quienes de alguna forma están haciendo una especialidad, pero aprendiendo con enfermos que están atendiendo. La maraña burocrática para la atención de un especialista, análisis clínicos, rayos “x”, ultrasonidos, etcétera tarda meses y meses de tal forma que intrínsecamente dejan al paciente en una paradoja donde únicamente tendrá dos opciones para decidir su destino de salud; El tratarse médicamente con sus propios recursos económicos como sucede la mayoría de los casos cuando se trata de consulta externa ó “encomendarse al divino señor” y esperar a que su salud no merme tanto y tratarse extemporáneamente ya con un avanzado proceso de su enfermedad.
Uno de mis lectores me escribió y me informo lo siguiente; Acudí con un familiar a un hospital del ISSSTE del sur de las ciudad, donde en los pasillos estaban haciendo una encuesta sobre la calidad de los servicios médicos, la cual tenia como objetivo “mejorar la calidad de vida del trabajador y del paciente”, inclusive tiene en la entrada la leyenda “estamos certificados con la norma de calidad ISO 9000” y en los pasillos de la planta baja también aparecen muchas leyendas donde se dice que la calidad para la atención al paciente es la prioridad de la institución, sin embargo la realidad es muy distinta.
Existen instituciones privadas para la Asistencia Publica como los Hospitales de la Luz, (especializados en problemas de la vista, oftalmológicos) donde la cantidad de pacientes que se atienden es igual o mayor a la de los hospitales del S.S.A., I.M.S.S. e I.S.S.S.T.E. y la atención que dan es buena y casi excelente. De acuerdo a las investigaciones que realice entre algunos empleados y pacientes concluí conjuntamente con los entrevistados que, “el secreto es simplemente la actitud, responsabilidad y el cariño para trabajar en lo que quisieron hacer en la vida como profesión”, porque se habla mucho de la norma de calidad ISO 9000 y ver dependencias certificadas con esta norma, pero reitero, la verdadera calidad y excelencia para otorgar un servicio tan delicado como lo es la salud y la medicina familiar es una buena actitud, la buena actitud que tenga y asuma el personal (médico y administrativo) para hacer cada día mejor su labor encomendada.
Es importante que las autoridades federales y locales del país del Sector Salud, recapaciten y entiendan que cuando la salud de la población y de los pacientes se va demeritando por un servicio médico deficiente, no solo trae consecuencias graves a la persona y la familia, sino también un grave desequilibrio en la cadena de la estructura social, económica y laboral del país.
Sin duda existen y se darán situaciones multifactoriales que ramificarán problemas múltiples para cumplir con su trabajo tales como una dotación de medicinas de baja calidad y un deficiente aprovisionamiento de recursos indispensables para la atención médica, pero la convicción, el espíritu y la actitud para mostrar la bondad al ser humano o paciente, sólo será aprendida sembrando una cultura laboral de principios y valores, olvidándose del pretexto de la falta de recursos económicos.
Carlos Munguia Rodríguez
pluma_dorada1@hotmail.com
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